Sophie ⋌ Santana

Moría por tirarse en la cama y así poder volver a dormir, pero la pequeña perra que había encontrado en la calle horas antes no dejaba de darle guerra. La bola de algodón no hacia más que morderle cuando se descuidaba, quizá debió de haberla dejado donde la encontró y de esa forma ahora estría descansando y no intentando sacarle con una toalla limpia, sin embargo la cosa viviente poseía una mirada y en general un carácter que le recordaba a Maria y aquello tan simple logro conquistarlo y hacerle pensar que, tal vez, a la morocha le gustaría tenerla — ¿No fue tan malo o si? — La perra denominada como "Sophie" por Alejandro vuelve a ladrar con la diferencia de soltar después una mordida, lame toda la cara del morocho hasta que le deja en el suelo y se echa a correr por su departamento vació. Enric niega y saca su celular para poder ver la hora, Santana no llegaría hasta dentro de un par de horas o al menos eso esperaba, aún quería borrar algunos manchones de su regalo.

Le había tomado más de un par de semanas, más de un mes seguro, él sabia cuanto la castaña quería que le dibujara y aunque se hacía el loco cada que lo mencionaba llevaba dibujándola desde hace tiempo atrás buscando darle justicia, mas no fue hasta ese momento en el que se sentía complacido con el resultado. Le había dibujado con un vestido de una actriz que vio en alguna alfombra roja y mas que con simples fotos, con sus recuerdos en la mente procuro detallarle lo mejor posible. A veces, tal como en ese momento, se preguntaba si estaba haciendo lo correcto o quizá su dulzura con ella era exactamente lo que la separaba de él. Técnicamente había pasado su vida entera tratándole de gustar a su mejor amiga y esta siquiera le voltea a ver de esa forma, siempre seria su hermano. Solo cuando la cordura regresaba a él, tal como en ese instante, era cuando se llamaba a si mismo un idiota sin voluntad. Infla sus mejillas y se dispone a terminar el dibujo, si terminaba pensando en Santana seguramente tiraría todo y se limitaría a prepararle algo de comer.

No supo cuando el tiempo se fue volando, ni cuando el timbre sonó, solo estaba consciente de que ya se encontraba frente a Maria y haciendo una señal con la cabeza para que pasara —. Con confianza, no hay ninguna mujer en alguna de mis playeras. — Bromea haciéndose a un lado para darle paso.

Su despertador sonó queriendo agarrar el teléfono y tirarlo contra la pared mas cercana. Normalmente cuando no tenia clases se quedaba durmiendo hasta la hora de comer para recuperar las horas de sueño que acumulaba entre semana. Se dio la vuelta en la cama totalmente convencida de que se iba a encontrar con el cuerpo de su mejor amigo, pero no fue así. Unos pucheros se formaron en sus labios sin apenas darse cuenta, lo extrañaba y odiaba admitirlo. Se levanto cogiendo el primer chandal que encontró en el armario para luego buscar sus deportivas las cuales no encontraba por ningún lado. Después de buscarlas hasta debajo de la cama se rindió, era un desastre y lo perdía todo, eso o alguna de sus compañeras que tuviera su mismo pie las tomo prestadas. Agarro unos tacones y comenzó a ponérselos, ¿tacones con un chándal? Pues que remedio, tampoco es que la importara si alguien la miraba raro. Ni siquiera se peino, se hizo un recogido y se puso las gafas de sol para que nadie notara la cara de sueño y cansancio que tenia.

De camino a la nueva casa de su mejor amigo se paro en seco, ¿se presentaría con las manos vacías? Seria un mal gesto por su parte por lo que se quedo sentada en un banco mientras se fumaba un cigarro, pensando en que podría comprarle—. Mierda. —Maldecio cuando recordó que no se había perfumado antes de salir. Se metió en una perfumería y busco su colonia hasta que la encontró. Se perfumo con la que había de muestra y salio de la tienda como si fuera la misma dueña. Justo al salir enfrente vio una tienda de plantas, ¡eso era!

Cuando llego hasta aquella casa comenzó a llamar al timbre como si se tratara de una urgencia, tenia ganas de verlo. Un hombre de la tienda había venido con ella para llevarla la planta ya que pesaba y no hubiese llegado si tuviera que haberla traído ella sola. Una sonrisa amplia apareció en su rostro cuando abrió la puerta y se lo encontró de frente—. Mas te vale, si no sabes lo que puede pasar. —Rio al tiempo que agarraba la planta de la maceta y la arrastraba para pasarla dentro—. Te traje esto como regalo. Como se que me extrañaras puedes pensar que ella soy yo por lo que tienes que cuidarla y hablarla para que no se muera. —Le guiño un ojo divertida cuando sintió que algo tiraba de sus pantalones, pegando un grito asustada—. ¡Socorro! —Cuando bajo la mirada y se encontró aquella bola de pelo blanca como la nieve su rostro se formo tierno—. Te has comprado un perrito, ay que me muero. —Se arrodillo en el suelo para poder acariciar a aquella perrita, notando algunas mordidas en sus manos—. Vaya, que mal humor tienes.

En su mente todo era negro y azul, era o no lo era y al ver el dulce rostro de su mejor amiga frente a él lo reafirmaba, era y no pararía de ser hasta que tomara distancia. Reconocía que la tarea cada vez se le hacia mas complicada, no podía deshacerse, ni lo quería, de su mejor amiga, la mujer que lo había dejado todo para ir con el a Nueva Zelanda a empezar de cero, se sentía mal agradecido por intentarlo, pero en su mente sus fantasías eran cada vez mas grandes al igual que sus deseos, sin algún contexto textual de por medio, le habían nacido las de tener a alguien que lo quisiera como hombre —. Mejor que te sientas afortunada, eres la primera mujer que pasa a mi imperio —. Bromea señalando detrás de si la habitación vacía, aun le faltaban muchas cosas, mas aun se cuestionaba cuanto le duraría el capricho por dejar la universidad y no quería gastar su dinero en vano si decidía volver a ella —. No le voy hablar a una planta —. Su ceño fungido hablaba por todo él ¿Como una planta? — Me hubieras traído mejor más especias —. Hace un gesto con su cabeza señalando a la cocina seguido de un bufido, siquiera su cocina estaba completa —. Ya planta, antes de que me golpees por lo que te acabo de decir vamos a ponerte en la entrada de la cocina —. Bromea guiñándole un ojo a su mejor amiga y toma a la nueva compañía verde para ponerla en su lugar. Una planta igual servía para la armonia.

Ve la escena protagonizada por Santana y Sophie, la cual, instantáneamente, le saca una sonrisa ladeada y sin dudarlo mucho se acerca a ambas — ¿No te recuerda a alguien? — Cuestiona tomando del piso a la pequeña bola de pelos, quien se retorcía ante el acto termino por dejarse cargar al ver que se trataba del morocho — No la compre, la encontré en la calle, la bañe y me hacia compañía hasta que llegarás —. Aclara y coloca a la pequeña Sophie entre las manos de Santana. Se había encariñado tanto con la peluda que no sabia si hacia lo correcto al dársela a su mejor amiga — Quien sabe cuanto tiempo estuvo sola, supongo que por eso su mal humor. Cuidala mucho ¿Quieres? — Suelta sin mas. Enric no pensaba en decirle directamente que le había tomado cariño por que la había visto igual de indefensa que ella, sola contra el mundo hasta que alguien la acogió y le dio el amor que se merece y pese a todo, alegres, fuertes y juguetonas. Alejandro se toma la misma libertad de siempre en ver Maria jugar con la perrita e imaginarse el que pasaría si en ese mismo instante se le confesara ¿Le aceptaría o no? ¿Lo besaría? — Tengo un regalo para ti — Murmura alejándose a donde su estudio a por el dibujo — ¡¿Qué cuenta Centaurs?! — Alza su voz sin llegar a gritar para que le escuchara.

Afortunada soy porque soy la primera y la ultima que va a entrar en esta pasa. Voy a poner un cartel en la puerta que ponga ‘zorras no’ y todos contentos. —Soltó una carcajada al decir aquello. No era un secreto para ella misma que no quería que su mejor amigo tuviera pareja, normalmente se enfadaba cuando cualquier chica coqueteaba con él frente a sus narices. Ellos llevaban una vida de pareja, exactamente igual quitando que no se besaban y tampoco se acostaban, por lo demás todo igual. Nunca se la había pasado por la cabeza besar a su mejor amigo, ¡por dios! Lo veía como un hermano, o al menos eso era lo que la morena creía—. ¿Especias? Alejandro no entiendo de ispiciis. —Aquella ultima palabra la menciono con burla, como si se estuviera riendo de su vocabulario refinado. Cuando hablaba de cocina siempre utilizaba un vocabulario fino y delicado, la agradaba. Rodo los ojos cuando finalmente le escucho hablar con la planta, si ya sabia que terminaría hablando con la bonita compañía que le había regalado. Puede que su regalo nunca le fuera a contestar hablando pero si que podría hacerle compañía de alguna forma.

Subió la cabeza para mirarle ya que se encontraba en el suelo con la perrita cuando le escucho—. Si estas insinuando que se parece a mi… Tienes razón. —Sonríe aun acariciando a su nueva amiga, si, se había fijado que no era macho—. Aunque yo no soy tan bonita ni estoy tan suave como ella. —Se levanto del suelo cuando su mejor amigo tomo a la pequeña entre sus brazos, mirándole un poco confundida con sus palabras, no era normal que abandonaran a los perritos bonitos—. Aw, entonces me alegra de que os hayáis encontrado mutuamente. Ahora que estas solo pued… —Paro de hablar cuando volvió a dejar a la perrita en sus brazos, frunciendo ligeramente el ceño—. Espera, espera… ¿Estas diciéndome que me la estas regalando? —Miro a como se llamara y la sonrió con ternura, tenia una perrita… pero no, no la parecía justo. Parecía que Alejandro la había tomado cariño y no la quería dejar ir—. No, no la quiero… Al menos no para mi sola asique te nombro el papá oficial de esta preciosidad. ¡Hemos sido padres! —Anuncio con tono de broma mientras alzaba un poco a Marie. No sabia ni que nombre la había puesto él pero ella quería que se llamara Marie. Dejo a la pequeña en el suelo viendo como se iba a corretear por la casa—. ¿Un regalo? ¡Maravilloso! —Cuando desapareció decidió ir a inspeccionar la casa, encontrándose con un colchón en el suelo, suponiendo que allí dormía su mejor amigo. Se tumbo en el colchón y a los pocos segundos llego a sus fosas nasales aquel olor tan familiar, aquel olor a él… Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el grito de Enric—. ¡Bien! ¡Me encantan mis compañeros de cuarto! Comparto cuarto con Sapphi, la novia de tu primo, ya sabes. También con Isaiah que es el primo de unas chicas ricas y guapas… creo. Y luego esta Rem, ese chico siempre esta caliente y con ganas de sexo. —Explico a cada uno de sus compañeros sabiendo que a su mejor amigo le daría curiosidad de quienes eran—. Oh, se me olvidaba que estuviste en la fraternidad y sabes quienes son. —Dijo aquello ultimo mas para ella que para él.

Algunas veces se preguntaba si Santana y él serian amigos si se hubiesen conocido ya de mayores, probablemente no, eran demasiado diferentes como para coincidir y seguramente terminaría hecho loco, además que era demasiado voluble como para poder hacer que funcionase en otras circunstancias. Sea por donde lo viese, Alejandro siempre terminaba con la misma conclusión, no serian ni amigos si de niños no hubiesen coincidido. Los años habían sido los aliados en su relación, con el tiempo se fueron formando juntos y era a ellos a los que les debía su relación con Ana —. ¿Ahora es cuando tengo que preocuparme de que nuestra hija sea blanca y nosotros negros? — Bromea acomodando un par de cosas en su escritorio, se le habían desordenado al agarrar el dibujo, afortunadamente, este, no se había manchado. Asiente, aun sabiendo que la chica no podía verlo, apurando a limpiar la pintura derramada antes de que se secara y terminara por manchar todo con un verde militar, no de su gusto —. Sobre todo a Sapphire, no es como si no hubiese vivido bajo una piedra, María. —Finalmente regresa, limpiando la pintura restante de sus manos en su playera y agradeciendo que era la vieja que utilizaba para pintar en lienzo  — ¿Me extrañas?  — No aguanta el querer preguntar, al menos por su parte extrañaba tenerla pegada como bicho chupa sangre durante las noches en esas diminutas camas.

Notablemente nervioso  y ansioso por ver la reacción de su mejor amiga, extiende el dibujo a su dirección  — ¿Feliz no cumpleaños? — Una risa nerviosa escapa a la espera de retrospectiva — Los ojos no son del mismo color, pero me termine el color café — Se encoje de hombros y comienza a caminar por la habitación, seguido por Sophie quien al verle se apresuro para comenzar a morderle el tobillo — ¿Qué te parece? — Esta vez se refería a si nuevo espacio, nunca había tenido un lugar al cual llamar propio, la casa de sus padres había sido su casa, más no había sido suyo del todo. —Estaba pensando en pintar las paredes, dibujos, quiero pintar un par de tortugas en la otra habitación. También para que te quedes unos días podemos armar una habitación a tu gusto— No le estaba dejando contestar, lo sabía, pero al morocho le importaba lo que Mariana tuviese que decir, no era la primera vez que plasmaba seres humanos en sus dibujos, no obstante, a estos nunca les enseñaba sus creaciones y siempre eran momentos que se le quedaban en la cabeza, nunca algo tan definido y nunca nada que desease que quedara bien. Estaba consciente de la ilusión que tenía su mejor amiga por que la retratara, lo último que deseaba era cagarla — Ana, dime algo.  

Aquella pregunta llego a sus oídos haciendo que automáticamente la arrancara una sonrisa de sus labios—. Si, te extraño. —Mucho. Finalmente había vuelto a dormir con él en la residencia después de un tiempo sin hacerlo. Nunca supo porque sus madres y los padres de su mejor amigo comenzaron a negarles que durmieran en la misma cama y hacer eso era algo que la gustaba bastante. Siempre se ponía excusas como el frio, como que se sentía mas segura o como que durmiendo a su lado no tenia pesadillas. Pero aquello solamente eran pequeñas mentiras que ocupaban la verdad, verdad que estaba tan hundida dentro de ella que parecía que nunca fuera a admitir todo aquello—. ¿Me extrañas a mi? —Devolvió la pregunta con una pequeña de esperanza en su voz. Aun tenia la experiencia de que volviese con ella a la fraternidad. Que viviese solo la ponía intranquila y aun no lograba descifrar el por qué.

Agarro el dibujo con las manos cuando su mejor amigo le dio este. La barbilla prácticamente cayo al suelo del asombro al verse retratada en aquel papel. Sus ojos no eran de su color pero joder… Era increíble—. ¿Me ves así de perfecta? —Idiota. No te ve de ese modo, es artista y los artistas alteran la realidad para hacer el arte perfecto. Otra vez de nuevo su autoestima la estaba hablando, dejando salir un triste suspiro—. No, no contestes. —Pidió antes de que su respuesta terminara por poner su autoestima en el suelo.
Se quedaba admirando aquel dibujo escuchando su voz con mucha lejanía, sabia que estaba hablando pero no ponía atención a sus palabras, estaba demasiado concentrada imaginándose a su mejor amigo plasmando su rostro en aquella hoja por horas. Paso sus manos por las flores dibujadas, preguntándose si tendrían algún significado o simplemente las dibujo para rellenar aquella obra de arte. Cuando finalmente salió de su trance llevo su mirada a su mejor amigo, sonriéndole con ternura—. Es maravilloso. Lo voy a enmarcar y lo voy a poner en mi habitación… No sin antes presumirlo con todo el mundo que vea. —Se acerco para abrazarlo fuerte por el cuello, llenando su moflete de besos sonoros a modo de agradecimiento. Finalmente la había cumplido una de las cosas que mas quería de él, que la dibujase—. Ahora puedes pedirme que haga lo que quiera para ti después de esto. —Soltó una pequeña carcajada mientras mordía su nariz no muy fuerte para volverse a separar, viendo como Marie los miraba con curiosidad, sacándole la lengua a su nueva perrita—. ¿Qué quieres ahora en la vida Alejandro? —Se animo a preguntar, sabiendo que aquella nueva etapa en su vida traía algunos deseos de su parte… ¿quizás una pareja?¿algo mas estable? Frunció el ceño ante aquellas preguntas en su cabeza, clavando la mirada en la ajena.